Si Caperucita fuera de tu color favorito

...¿cómo sería la historia? … muchas Caperucitas aparecen y por fortuna, siguen y seguirán cambiando de colores.

viernes, 18 de septiembre de 2009

LEER Y ESCRIBIR EL MUNDO O ...

MARÍA DE LA MAR, OTRA FORMA DE LEER Y ESCRIBIR MI MUNDO ¿Me lees otra vez El soldadito de plomo? http://www.youtube.com/watch?v=&feature=player_embedded From: What about Little Blue Riding Hood WHAT ABOUT LITTLE BLUE RIDING HOOD? ¿Y QUÉ TAL CAPERUCITA AZUL? Una versión sobre la enseñanza del inglés. Reflexión autobiográfica (2005) LEER Y ESCRIBIR EL MUNDO O, MARÍA DE LA MAR, OTRA FORMA DE LEER Y ESCRIBIR MI MUNDO Por Zoraida Rodríguez Yo hacía parte del grupo de docentes que coordinaba la implementación de la filosofía del lenguaje integral en la enseñanza del inglés dentro de la institución donde trabajé por 12 años. En el primer semestre de formación se hicieron no solo talleres prácticos sobre el uso de la lectura en clase sino que también se inició un proceso de reflexión que permitiera poner en común significados y creencias con respecto a la lectura y la escritura. Respondimos a preguntas como Why am I a teacher? ¿Por qué soy profesora?, ¿Qué entendíamos por lectura y escritura y cuáles eran nuestras experiencias como lectores y escritores? intentando visibilizar y conectar las propias experiencias con la propuesta del lenguaje integral de manera que se hiciera más significativa en la práctica en las clases de inglés. En una primera reflexión recordé que en el colegio leer y escribir “bien” tanto para estudiantes como para padres, madres, profesoras y profesores estaba relacionado con: leer de corrido, con buena entonación, buena vocalización, siguiendo la puntuación, así en ocasiones no entendiéramos el significado. Por otro lado, escribir “bien” se relacionaba con: tener “bonita” letra, no salirse del renglón ni de las márgenes, no hacer tachones. Algunas de ellas aún prevalecen. En bachillerato leer fue con frecuencia una tarea aburridora; como a muchos/as de mi generación se nos pidió identificar personajes secundarios y principales, tramas, nudos, desenlaces y eso se respondía por escrito en informes o exámenes para evaluar; ¿quién de mi generación no leyó María de Jorge Isaacs, La tierra éramos nosotros de Manuel Mejía Vallejo o Huasipungo de Jorge Icaza como tarea? De esa época recuerdo una obra con especial cariño, que leí incluso en tres ocasiones, Ana Karenina de León Tolstoi, la historia de una mujer que para mí lucía valiente, arriesgada y decidida para su época y situación social que la oprimían, me atrajo probablemente porque yo fui quien la eligió y no tuve que hacer ninguna tarea. La primera escena en la estación del tren con el suicidio de una mujer y el posterior suicidio de Ana de la misma forma al final de la obra, la recuerdo incluso en algunas ocasiones que voy abordar el metro. El Lenguaje integral promueve el desarrollo paralelo de la lectura y la escritura como procesos que se realimentan e interrelacionan y que permiten la construcción de sentido; nosotros comenzaríamos a implementarlo en nuestras clases de inglés y mi comprensión inicial era que en primaria, yo había aprendido a leer cuando juntaba letras y palabras o hacía planas y ejercicios en el cuaderno de caligrafía y en bachillerato, leer servía para responder a preguntas pre-determinadas al abordar los textos asignados para el curso. ¿Cómo iba a promover la lectura y la escritura desde una perspectiva integral y acompañar acertadamente esos procesos en clase si yo pensaba que no era buena lectora y menos escritora? Las reflexiones se fueron ampliando y fue importante recordar cómo fueron esas experiencias lectoras en casa y cómo también a través de otras formas estuvieron presentas la lectura y la escritura. Soy la mayor de dos hijas que crecieron en una familia pequeña. Soy hija de cantantes de profesión pero crecí con mis abuelos y aunque no tuve una formación artística oficial, es decir, no asistí a ninguna escuela de música o de arte en mi niñez obviamente mi origen y vivencias moldearon mis gustos, comportamientos y formas de pensar. Identificarlos, reconocerlos y valorarlos me permitieron entender por qué soy quien soy como mujer, profesora, madre, hija y artista, lectora y escritora. Mi abuelo, por ejemplo, una combinación entre liberal y comunista que siempre lucía traje sastre y sombrero, hablaba mucho de política y de las bondades de la revolución rusa; siempre tuvo a mano las revistas que llegaban de China o de Rusia, disfrutaba del baile y cuando le daba por demostrar sus habilidades como bailarín de vals, polka o chotis en el improvisado salón de baile que era la sala de la casa, ni siquiera se quitaba el sombrero. Contaba de los intérpretes y autores de las piezas y con frecuencia silbaba las melodías. Mi abuela, por su parte, era la típica ama de casa trabajadora y aparentemente sumisa; entre sus oficios caseros sacaba momentos para la lectura; recordaba que leyó a Vargas Vila a escondidas porque era prohibida su lectura, recortaba del periódico sonetos o poemas de Carlos Castro Saavedra, Rafael Maya o León de Greiff, leía en los librillos de colección que tenía mi tío en casa y jugaba a ser poetisa ella misma escribiendo sus propios poemas dedicados con nostalgia al mar, a la naturaleza, a su infancia en el campo, al amado ingrato y a su madre, muerta muy joven. Hasta el último momento de su vida, añoró volverla a ver: “Que bello regresar a la niñez cuando asida del brazo de mi madre paseaba por los prados espantando pajaritos y asustando mariposas y hoy cuando se acerca quizás el final solo tengo tu recuerdo, tu imagen y tus enseñanzas” “Mi vida tan breve fue fugaz como las gotas de rocío en las rosas” Recordé también mi libro de Cuentos de hadas italiano con el gigante Malobrón que me encantaba que me leyeran y que más tarde leía yo sola. Pero una de las cosas que más recuerdo son las canciones y los cuentos en LP. Siempre escuché canciones, poemas y cuentos; con mis tíos: “Iba la grilla por la sabana, buscando el grillo con frenesí, buscó en las hojas, buscó en las ramas y lo llamaba, cri, cri, cri cri”. Con mi abuela: “Pin pon es un muñeco muy guapo de cartón…”, “Un domingo Cecilia me dijo, vamos hoy a jugar comitiva, mi mamá nos da todo y es fijo que las ollas las presta mi tía”, o con mi madre: “Tengo yo una ovejita lucera que de campanilla se ha puesto un collar…”o las canciones de moda que ella cantaba en sus presentaciones: "amor chiquito acabado de nacer"; "la vida es una tómbola, tom, tom, tómbola, la vida es una tómbola, tom, tom, tómbola, de luz y de color, de luz y de color" Mis hermanos y yo escuchábamos las canciones y cuentos de Cri-cri El grillito cantor, Chabelo y de grupos infantiles de México “Al sonar las tres de la mañana, los muñecos se paran a bailar…” ó “Escondidos en su cueva los conejos desde ayer, asomados al boquete no hacen más que ver llover…” “Oid todos! Oid todos! Su majestad el rey invita a la gran fiesta que se dará esta noche en palacio. ¡Oid todos!”. “Metida en su casita con su gorra y delantal, estaba doña Zorra ocupada en remendar…” Todas estas “otras” formas de leer tomaron sentido con las reflexiones sobre la lectura y la escritura, incluso, me sirvieron de excusa para construir otros mundos en mi papel de recreacionista como Cachirula, acompañándolas con sonidos, movimientos, maquillaje y se hicieron visibles en mi experiencia como madre. Mi amiga Alice siempre me dijo: "Zori, vos si sabés leer, es que vos lees de otra manera", me tomó tiempo entenderlo. La forma como motivamos a los hijos a hablar, leer y escribir no es académica, tiene mucho de amorosa, de confianza, de exploración y de riesgo. Las madres y padres cantamos, payaseamos, fingimos voces, creamos personajes. A través de canciones, lectura de cuentos, imitaciones, entre otras, mi familia, como casi todas las familias, nos introdujo en un mundo de representaciones diferentes a las que yo llamaba académicas que lo repliqué más tarde con mi hija María de la Mar y con mis sobrinas. Uno de los libros que más le gustaba a María era El soldadito de plomo, quería que se lo leyéramos todos los días. Algunas veces le preguntamos ¿otra vez? y ante la respuesta afirmativa decidíamos mientras leíamos de nuevo el soldadito, inventar nuevas historias, cambiar los personajes, darles voces, en fin… María sabía qué textos seguían al cambiar la página y si se cambiaba el parlamento inmediatamente reclamaba "no, ahí no dice eso". A veces le pedíamos que nos respondiera como si ella fuera uno de los personajes, otras, tomaba el libro y “leía” utilizando casi las mismas palabras del libro, otras veces entraba en el juego de la representación y reíamos sin parar. Hacíamos lo mismo con las canciones, las rimas, los juegos con muñecos. En el colegio empezaron a pasar otras cosas pero la verdad, como siempre hacían los compromisos allí no hacíamos tareas juntas. Un día, antes de cumplir 7 años, en un almacén donde me medía una ropa, María me preguntó,”Mami, ¿qué dice ahí?” “Vestier”, le contesté, “Ah!, esa es la V de Valentín” “Sí, ¿y cómo lo sabes ‘” le pregunté, “porque así firma todos los días Valentín en el colegio”. Yo nunca había preguntado que estaban haciendo en el colegio para enseñarle a leer, en casa seguíamos leyéndole cuentos, nunca habíamos dejado de hacerlo. Días después, María de la Mar leía “de verdad” y yo no me había dado cuenta a qué horas había pasado; supe que ya había “aprendido” a leer de “verdad” cuando a pesar de haber leído el soldadito de plomo muchas veces con fluidez, empezó a leer las palabras lentamente. Yo pensaba que yo no había hecho mucho para que lo lograra, bueno, por lo menos no lo que habían hecho conmigo en el colegio como juntar letras pero sí hicimos mucho, sólo a partir de las reflexiones y confrontaciones posteriores fue adquiriendo otra dimensión. Estas reflexiones me fueron llevando a entender y valorar “otras formas” de leer y escribir que contribuyen al acercamiento a la lectura “real” o a lo que inicialmente yo misma consideraba como lectura. En todas ellas fueron importantes las relaciones afectivas que se establecían con nuestros seres más cercanos. Para Frank Smith, un investigador canadiense, leerles a los niños usualmente pasa por tres etapas claras que van desde su vinculación a lo que él llama club de lecto escritores. En primer lugar, leemos para el niño que quizás está sentado en frente nuestro, mirando la boca y la forma como salen las palabras. Luego, el niño está al lado, sentado en nuestro regazo o mirando por encima del hombro el libro, no a nosotros. En este punto ya no estamos leyendo para el niño sino con el niño. Y finalmente, muchas veces sin llegar siquiera al final, el niño cierra el libro. En este punto el autor cree que son los autores de los libros los que están ya enseñándoles a los niños y que una de las poderosas razones por la cual los niños nunca serían dependientes de nosotros los adultos es que ellos confían en pueden hacerlo por sí mismos. Eso lo ejemplifica diciendo que así como alguna vez alguien nos cepilló el pelo o nos amarró los zapatos, ahora no necesitamos quien lo haga por nosotros ni siquiera los niños que insisten en que se les ayude aunque ya ellos puedan hacerlo porque ellos simplemente están probando nuestra paciencia. En su análisis nos pone a los adultos en la mira cuando afirma que podemos aprender a leer y a escribir tan fácil como se aprende a hablar y que tal como sucede en los ejemplos anteriores, es cuestión de ir adquiriendo confianza y autonomía con el acompañamiento de los adultos; sin embargo, somos los nosotros quienes pensamos que ellos y ellas no son capaces. Se trata no sólo de aprender a leer y a escribir sino de leer y escribir para aprender, como lo dijera Kenneth Goodman uno de los gestores del lenguaje integral. From: What about Little Blue Riding Hood WHAT ABOUT LITTLE BLUE RIDING HOOD? ¿Y QUÉ TAL CAPERUCITA AZUL? Una versión sobre la enseñanza del inglés. Reflexión autobiográfica (2002)

1 comentario:

  1. verdaderamente , me parece muy importante el acto de leer pero '' no solo leer por leer '' sino leer para comprender los textos, crear nuestras propias opiniones , imaginarnos otros finales , no soy un lector concurrente ya que desde pequeño mis padres estubieron ausentes en el acto de leer y comprender esos textos que muchos padres leen a sus hijos como se dice en el texto ''un niño aprende a leer en 3 partes '' y es cierto mis padres fueron '' unos niños criando un niño'' creo que por eso no me leian ya que mi abuela era la que permanecia cuidandome siempre hemos sido del campo y en su tiempo no se estudiaba sino que ''los hijos nacian para ayudar a los padres en la finca y las hijas para ayudar a la madres en la cocina'' era un termino machista pero era el de aquel entonces , asi que no tube mucho contacto con la lectura de cuentos cuando aprendi a leer me iba para la biblioteca a mirar los cuentos infantiles que inban desde caperucita , pulgarcita , tarzan etc. los cuentos infantiles de mi tiempo ya en el colegio nos ponian a leer novelas de autores pero solo era para sacar resumen '' que pensabamos que era reescribir el libro pero con menos palabras'', buscar nudo , desenlaze y personajes principales los libros que nos daban aveces eran muy confusos como '' la odisea de homero'' , que tenia situaciones que llebaban a otras sin previo aviso y el libro cambiaba de perspectiva , la verdad me confundia mucho y preferia no leer o buscar el resumen en internet, al salir del cole un amigo me presto un libro'' la fuerza de sheccid de carlos cuauhtemoc '' la verdad me enamore de la forma en la que mostraba ese ''romance adolecente '' con el que soñaba cada noche que me sentaba a leer este ejemplar , al terminarlo no me gusto el final pero fue la primera novela que comprendia de principio a fin , que me hizo reir, preocuparme , sentir intriga y llorar , fue increible , pero la fui dejando a un lado , ver la tv y pasar horas en el pc perdiendo el tiempo se volvio ''normal'' pero ahora que estoy en la u la profesora Zoraida me ha hecho despertar denuevo ese deseo de leer ,comprender , y dar mi opinion . gracias a sus textos de como leer y la importancia de leer ademas enseñarnos lo que ella opina en este articulo me gusto demaciado porque me hizo recordar mi proceso de lectura.

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